El sábado 28 de octubre tuvo lugar la
6ta. clase del SCA a cargo de Daniela Fernández, la misma llevó por título “Operaciones de lectura en la clínica
lacaniana de las psicosis”. A su efecto propuso un ejercicio de lectura dividido
en dos ejes y un tiempo de discusión clínica cuyo resorte fue central para
verificar la hipótesis de trabajo: En psicoanálisis hay caso si se demuestra de
la incidencia significante en la relación del sujeto con el goce. A
partir de la lectura de los capítulos XIV; XV; XVI del seminario Las Psicosis, subraya el saber leer como
la pieza clave de la formación del analista y su advertencia en no comprender
rápidamente y lo equipara al análisis. En La
Dirección de la cura va a hablar del analista letrado; en el Seminario 20 de sujeto supuesto saber
leer. Refiere que olvidarse del sentido es la gran subversión del psicoanálisis
y el modo por excelencia de interpretar es por la vía del equivoco, tal como lo
plantea en el seminario 24. Partiendo del axioma el significante en cuanto tal no significa nada, Fernández lo
aplica para volverlo operativo a los siguientes puntos: a la distinción
significante/significado; a la relación entre un hombre y una mujer; al Edipo;
al concepto de realidad y a la psicosis con el concepto de agujero.
En el primer eje reconstruye el
contexto en el que se dicta el Seminario para ubicar con
que problemas se encontraba Lacan. Tal Seminario es contemporáneo de De una cuestión preliminar; en el Seminario
4 aplica la metáfora al Edipo; en el 5 aplica la metonimia al deseo, y a partir
de ahí se abren dos vías: la del deseo y la del padre, inicialmente Lacan toma
la del padre, llegando así al seminario 6, en donde Miller propone un
desmantelamiento de la metáfora del padre, ruptura de ese totalitarismo
simbólico del primer Lacan, y elige el deseo. Fernández lo compara con lo que Lacan
llamará en el seminario 16 “los tiempos
de evangelización de lo simbólico” elogio de lo simbólico para tratar el
goce. Se pone el acento en la perspectiva significante que se mantendrá hasta
el final de su enseñanza. Refiere la importancia de los primeros textos para
demostrar que Lacan no es progresista “porque
frente a lo real que se produce en cada texto, ese real es irreductible, esa es la genialidad de Lacan: frente a un real estamos todos en problemas”. Para el segundo eje propone “momentos de la enseñanza en tanto marca de
fábrica del Departamento de psicoanálisis de París VIII” que el mismo Lacan
dirigió en los años 70. Sitúa al Seminario 3 en el primer momento -contexto de
inauguración de su enseñanza en 1954 con la ruptura con la IPA, marcado por el
escrito “función y campo (…)” y los
seminarios que van del 1 hasta el seminario 7, con la entrada de la categoría
de lo real; un segundo momento que va del seminario 7 al 20 de donde parte “hay goce”; y el tercer momento comprendido
desde el Seminario 20 hasta el último. Fernández se apoya en el primer
paradigma del goce planteado por Miller para pensar el primer momento: el goce
imaginario y lo conceptualizará con dos casos clínicos presentados por
participantes de la delegación, para responder una pregunta crucial: ¿cómo puede ser que dos órdenes distintos que
es el significante y el goce puedan articularse, como puede ser que hablando se
produzcan consecuencias en la relación de un sujeto con su goce? Es la cruz
del esquema L, cruz que lleva el psicoanalista y que Lacan intentó responder de
diferentes modos, durante 30 años. Fernández radicalizará la hipótesis inicial con
viñetas de su autoría y una presentación de enfermos de Lacan: “El Sr. Primeau”.
Luciana Varela